jueves, 20 de noviembre de 2008

8. México-Tenochtitlán

La ciudad de los mexicas constituye un puente entre la tradición urbanística prehispánica y la que impusieron los europeos, misma que, a final de cuentas adoptó mucho de la antecesora. Con su mediación, se legaron elementos adquiridos de otras ciudades mesoamericanas, al menos de Teotihuacan y Tula, que llegan hasta nuestros días.

Si nos atenemos al relato indígena, fue fundada en 1325, sobre uno de los tantos promontorios que emergían en la parte oeste del lago de Metztliapan. En la medida que la comparación sea permisible, formaban una especie de archipiélago, que prefigura el crecimiento de la ciudad, la que en la actualidad preserva varios de los nombres con los que desde entonces eran identificados: Mixhiuca, Iztacalco y Tetepilco, al sur, o Tlatelolco y Nonoalco al norte

La dimensión del mayor de estos islotes, el elegido por Huitzilopotztli, era en verdad reducida. El eje norte-sur medía 950 m y el oriente-poniente escasamente un kilómetro. Sobre el entramado del centro histórico, lo podríamos localizar dentro de los siguientes límites: El norte se encontraría en la calle de República de Paraguay, el sur con el borde de la Plaza de la Constitución en 16 de Septiembre y Corregidora, el poniente en Allende y Bolívar y el oriente en Jesús María.

El inicio estuvo pleno de dificultades. Había una serie de ventajas, desde el punto de vista de la defensa y del entorno lacustre, pero innumerables carencias, desde los materiales para edificar decorosamente el templo principal, pasando por la del agua dulce, hasta el propio terreno. Puede escucharse extraño el citar entre las desventajas la falta del vital líquido, no lo es tanto al saber que, por los componentes del fondo de esa parte del cuerpo acuático, el Lago de Metztliapan, el líquido era salobre.

Un procedimiento ensayado en Teotihuacan y otros pueblos del Valle de México, el sistema de construcción de chinampas, fue utilizado para ganarle terreno al lago. Ello permitió alcanzar una mancha urbana de entre 10 a 13.9 kms2, en la que, llegaron a residir alrededor de 80,000 habitantes.

Aunque las cifras pueden parecernos pequeñas, debe señalarse que en esa época en España no existía una ciudad con más de 50,000 habitantes. Hacia 1531, Sevilla tenía alrededor de 45,000, y en toda Europa sólo encontramos cuatro ciudades, París, Milán, Nápoles y Venecia, con poblaciones superiores a 100,000 habitantes.

Sobre la trama urbana actual, en el año del encuentro con los españoles, los límites de México-Tenochtitlán alcanzan en el norte la calle de Juventino Rosas, en la Colonia Ex-Hipódromo de Peralvillo. El lindero sur es una calle paralela a Fray Servando Teresa de Mier, por los rumbos del mercado Sonora, la avenida Chimalpopoca. En el oriente, la calle de Imprenta, en la Colonia Morelos y al poniente, el eje Guerrero-Bucareli. De norte a sur la ciudad medía 3.7 k y de oriente a poniente alcanzaba los 2.9 k.

No debe de olvidarse que, al estar ya asentados en la pequeña isla, se gestó una edición más del divisionismo siempre presente en la trayectoria del pueblo mexica. En 1338, un grupo se inconformó por el tipo de terrenos que se le había asignado. Decidió trasladarse a un islote vecino, situado ligeramente al noroeste del seleccionado por el dios tutelar, y fundó la ciudad gemela de Tlatelolco. Esta derivación del proyecto original tuvo una existencia independiente durante 135 años, regida por sus propios señores, hasta su reincorporación por la fuerza en el tlataonato de Axayácatl.

8.2 Relación de tlatoanis
La presentación de la secuencia en la posición del rango más elevado en la superestructura de la sociedad mexica, es un hilo conductor para describir los cambios que fueron ocurriendo en el trazo de la ciudad, desde los primeros tiempos hasta el siglo de la llegada de los españoles.

1. En 1376 el Señor de Azcapotzalco, de quien eran vasallos, estuvo de acuerdo en que los mexicas formaran un señorío. Pidieron al de Culhuacán, y éste lo aceptó, que le entregaran a uno de los miembros de su nobleza, ya que se aseguraba que este nivel social contaba con sangre tolteca. De esta manera, de edad tan corta que llega de la mano de su madre, Acamapichtli (1376-1396), se convirtió en su primer tlatoani. Se propuso atender algunos aspectos de la ciudad, disponiendo de escasos recursos materiales. En diversas ocasiones, fue humillado por el Señor de Azcapotzalco; en una de ellas, por ejemplo, le regaló ropas femeninas para que se ataviara la siguiente vez que lo visitara.

2. A su muerte, Acamapichtli fue sucedido por su hijo, Huitzilihuitl (1396-1416), distinguido como un gran guerrero. Se casó con una hija de Tezozómoc, el Señor de Azcapotzalco, de nombre Ayaucihuatl. De su unión nació Chimalpopoca (1416-1426), quien se ganó de inmediato el afecto de su abuelo. La prematura muerte de su padre hizo que Chimalpopoca asumiera el poder a la edad de 12 años. Logró que Tezozómoc redujera los tributos a una entrega anual, tan pequeña que resultó ser simbólica del vasallaje. Posteriormente, le autorizó construir un caño que trajera agua de Chapultepec.

3. Al morir Tezozómoc, su hijo Maxtla reanudó la actitud hostil hacia los mexicas, provocando la muerte de su sobrino Chimalpopoca, algunos dicen que fue asesinado y otros que se suicidó. Fue designado Izcóatl (1426-1440), el libertador de los mexicas. En 1427, por consejo de Tlacaeletl, se acercó a Nezahualcóyotl, Señor de Texcoco y unió fuerzas con el de Tacuba. La Triple Alianza venció al año siguiente a los tepanecas, cuya capital fue destruida por completo, borrándola en el mismo sentido de la memoria.

Este triunfo fue decisivo. Le permitió a los mexicas subyugar a quienes detentaban las ricas tierras agrícolas del sur (Coyoacán y Xochimilco). Además, lo de mayor relevancia, pues rompe la condición de insularidad característica de la urbe mexica, Izcóatl le impuso sus nuevos vasallos la construcción de una calzada, que partía del corazón de la ciudad y llegaba hasta Iztapalapa.

Esta vía, la primera con tierra firme, llamada Calzada México-Iztapalapa, tenía una anchura de 5 m y una longitud total de 13.6 km, salía de la puerta sur del Centro Ceremonial y va sobre el trayecto de la Calzada San Antonio-Tlalpan. En el cruce con Ermita-Iztapalapa, tuvo una bifurcación, en la que se construyó un fuerte, llamado Xoloc. Por la derecha, un tramo de medio kilómetro llevaba a Coyoacán, en tanto a la izquierda, después de 5.8 km, se llegaba a Iztapalapa.

La calzada cumplía otras funciones adicionales a la comunicación. Servía de dique regulador de las aguas. Al tener puentes que podían ser removidos de tramo en tramo en caso de ser sitiados, era un elemento de defensa. Además, fue el sostén de un caño de agua, obra realizada por la gente de Coyoacán, como alternativa que ofrecieron a Izcóatl para que no destruyera su ciudad.

Por último, cabe mencionar que este tlatoani llevó a cabo la primera gran reconstrucción del Templo Mayor.

4. Izcoátl fue sucedido por Moctezuma Ilhuicamina (1441-1460). Su período fue igualmente memorable. El nuevo gobernante continuó la expansión de las fronteras a distancias cada vez más alejadas de la Cuenca. Afluyeron a la ciudad gran cantidad de productos de lujo y materiales de construcción. En su período, se dieron las transformaciones urbanas que causaron admiración a Cortés y sus huestes. Al final del tlatoanato, México-Tenochtitlán tiene ya las características de una metrópoli imperial.

En 1449, la ciudad experimentó una grave inundación, por lo cual se acudió al consejo de Nezahualcóyotl, el depositario del saber desde la época de la Triple Alianza. El Señor de Texcoco les aconsejó construir un gran dique, así como elevar el nivel del suelo de la ciudad. A la primera de estas obras se le conoce como el Albarradón de Nezahualcóyotl, realizado por los señoríos dependientes en tiempo record, con una longitud de 16 km, una anchura de 9 m y una altura de 4 m.

Este legado del Rey Poeta, que se conservaría hasta el primer siglo de la colonia, tuvo además del efecto regulador para prevenir las inundaciones, el permitir la disminución de la salinidad de la porción que quedó encerrada entre el Albarradón y la ribera oeste. La antigua laguna de la Luna quedó dividida, recibiendo la parte poniente el nombre de Lago de México, y de Texcoco la oriental.

Otra gran obra, trazada y dirigida por Nezahualcóyotl, en 1454, fue el acueducto para traer agua de Chapultepec. Partía de los manantiales ubicados en el pié del cerro, seguía el curso de lo que fue el Río Consulado (Circuito Interior), y doblaba hacia el oriente en las orillas de Tacuba. Dado que tenía que atravesar la laguna, se decidió construir una calzada de 3.6 km, la México-Tacuba, con funciones similares a la que iba a Iztapalapa.

En reconocimiento a tantos beneficios recibidos, los mexicas le otorgaron a Nezahualcóyotl una residencia en un lugar cargado de simbolismos, allá por el cerro del chapulín.

En 1461, se reedifica el Templo Mayor y se delimita el Centro Ceremonial con un coatepantli o muro de serpientes. El cuadrilátero, de 500 m de lado, corre por donde se encuentran las calles de San Ildefonso en el norte, Correo Mayor en el oriente, Moneda al sur y Monte de Piedad y Brasil por el poniente.

El Centro Ceremonial viene a ser el corazón de la ciudad. En el centro, marcado por el arranque del Templo Mayor, se cruzaban los ejes norte/sur (Iztapalapa/Tepeyac) y oeste/poniente (Embarcadero a Texcoco/Tacuba). Estos, a su vez, definían cuatro barrios. En el sentido de las manecillas del reloj tendríamos: Cuepopan, Atzacualco, Teopan y Moyotlán, según Sonia Lombardo15 y de Cuepopan, Atzacualco, Zoquiapan y Moyotlán de acuerdo con Manuel Carrera Stampa16).

A Moctezuma I se le atribuye la delimitación de la gran plaza que existió al sur del Centro Ceremonial, así como la construcción de las primeras Casas Reales, una parte del predio lo ocupa el Nacional Monte de Piedad. La explanada surge de la necesidad de disponer de un espacio destinado al intercambio comercial, el tianguis, así como para permitir el tránsito en una zona de gran movimiento, generado por la Calzada México-Iztapalapa que se inicia en la puerta sur, la presencia del propio Centro Ceremonial y las diversas edificaciones de funcionarios e integrantes de la corte.

Así mismo, es de señalarse la restricción existente para el ingreso al máximo recinto religioso, que hacía perentorio disponer de un área despejada, desde la que, aquellos que no tenían acceso, pudieran observar las ceremonias que tenían lugar en el interior. Por eso, al visitar el Zócalo, debemos expresar nuestra gratitud a Moctezuma Ilhuicamina.

En estos años, gracias a los tributos que venían de todos los confines del dominio, se modifica el aspecto material de la urbe, al cambiar los materiales de las construcciones principales, en su mayoría de barro y carrizo, por piedra, estuco y madera.

5. El siguiente tlatoani fue Axayácatl (1469-1481). En 1470, reconstruye el Templo Mayor. Nueve años después, se esculpe la Piedra del Sol, monolítico al que se conoce popularmente como el Calendario Azteca siendo su nombre correcto el del “Piedra del Sol”.

Un hecho importante fue la anexión, en 1473, de Tlatelolco, que había venido funcionando como un señorío independiente, con su propio tlatoani, hasta que Moquíhuix, el último de ellos, fue derrocado por las huestes mexicas. De hecho, ésta ciudad estaba separada de México Tenochtitlán tan sólo por una acequia y disponía del mercado más importante de la zona.

Es de señalarse que se trata del primer caso de conurbación registrado en la historia de la urbe. Otro paralelismo con el presente es que la anexión formal de Tlatelolco significa la ruptura de una distribución espacial ordenada por los ejes rectores, que planteaban una división en cuatro cuadrantes.

En 1475, debido a un terremoto, se reconstruyeron con magnificencia las casas reales, por lo que a la llegada de los españoles se conocían como el Palacio de Axayácatl.

6. Seis años después, fue designado Tizoc (1481-1486), de carácter pusilánime. Sin el brío y voluntad de sus antecesores para emprender nuevas conquistas, aconsejado por Tlacaeletl, procedió a reconstruir el Templo Mayor. Al no existir razones que lo justificaran, le fue recriminado con acritud por sus contemporáneos. Se dice por ello que, más que una muerte natural, su fallecimiento se debió a que fue envenenado.

7. El en su lugar, fue nombrado Ahuizotl (1487-1502). Con el aliciente del triste destino de su antecesor, emprendió la campaña de Oaxaca. Pudo con ello hacer gala de los méritos suficientes para concluir la cuarta reconstrucción del Templo Mayor, colocándose frente a la escalinata el monolito de la Coyoxauqui. ¿Quién podría imaginarse que, siglos después, el descubrimiento de la efigie desmembrada de la hermana de Huitzilopotztli justificaría la decisión de un moderno tlatoani por recuperar un poco de los restos materiales de esos tiempos?

La reinauguración máximo templo se conmemoró con rituales que incluyeron el sacrificio de miles de prisioneros, en una cifra tal que ríos de sangre se desbordaban por la escalinata y obligaban al relevo de los sacerdotes encargados de la inmolación.

Con Ahuizotl el dominio mexica alcanza su máxima extensión y concluye la etapa de los grandes caudillos militares. En su conjunto, habían conquistado un territorio de 300,000 km2, algo así como la superficie de la República de Italia.
El crecimiento de la ciudad, y por ende de la población residente, trajo como consecuencia el descenso en el nivel de los lagos, y con ello las dificultades para el transporte acuático, en especial en las acequias. En 1499, Ahuizotl ordenó al Señor de Xochimilco la construcción de un nuevo caño de agua, con la idea de que, al incrementarse el flujo del líquido, se abatiría el desnivel. Al indicarle Tzutztumatzin lo peligroso de tal medida, pues aumentaría el riesgo de inundaciones, Ahuizotl lo mandó matar por desacato.

El caño se puso en operación y el agua empezó a fluir. La amenaza anticipada por el señor de Xochimilco se hizo realidad. La ciudad se inundó y se recurrió al consejo de Nezahuapilli, Señor de Texcoco, hijo de Nezahualcóyotl. Con igual sentido común que su progenitor, recomendó y procedió a encabezar los trabajos para cegar la fuente, aconsejando de nuevo elevar el nivel del suelo un estadio más.

Las crónicas relatan que el propio Ahuizotl fue víctima de su imprudencia, pues su muerte, acaecida años más tarde, se debió a las secuelas de un golpe en la cabeza que sufrió al huir de las aguas que anegaban su recinto.

8. El noveno tlatoani fue Moctezuma Xocoyotzin (1502-1520). En su período hay ciertos cambios importantes en la fisonomía de la ciudad, y a pesar de lo relativamente prolongado que fue su mandato, no tuvo tiempo para emprender un engrandecimiento del Templo Mayor.

En la narración que llega hasta nuestros días, desde niños escuchamos una serie de relatos que describen su personalidad, en la que tiende a acentuarse lo extravagante, que si nunca usaba dos veces la misma vestimenta o los cacharros para comer, que si se hacía traer pescado de las dos costas o agua de Tehuacan, que si nunca pisaba el suelo vil, etc. Más bien, estas frivolidades son el resultado de la consolidación de la máxima institución mexica de poder, de la forma como se concibe su titular, a sus ojos y los de sus vasallos.

Sin hacer mucha referencia a los hechos anecdóticos que nos dan la imagen de un ser que se presenta ante sí y los suyos con rasgos de divinidad, debe resaltarse la reorganización administrativa que lleva a cabo, por el efecto que tiene en el ámbito urbano.

En este sentido, podemos rescatar la relevancia que tiene la construcción de las nuevas casas reales. Contribuyó en esta decisión el impacto de la anexión de Tlatelolco, donde operaba el mercado de mayores dimensiones en el Valle de México. Poco a poco, el que funcionaba en la plaza mayor de México-Tenochtitlán fue perdiendo importancia, por lo que Moctezuma Xocoyotzin determinó erigir una nueva residencia en un espacio que le segregó para ello.

Se puede afirmar que al antepenúltimo tlatoani se le debe la ubicación del predio donde hoy se encuentra el Palacio Nacional, así como las dimensiones actuales de la Plaza de la Constitución.

Al paso de los años, bajo la dirección de sus gobernantes, los mexicas concretaron la promesa que los hizo dejar Aztlán. La sede desde la que se regía la vida de un vasto territorio estaba a la altura de la leyenda, pero sobre todo, había encontrado solución a los problemas que generó su localización en un medio acuático.

Es una propuesta de transformación del entorno en la que existe una adaptación armónica. Las calzadas, las calles de agua o acequias, los diques, las chinampas, significan una alteración del ambiente natural, pero no su destrucción.

En tiempos posteriores, este modelo sigue dando inspiración para proyectos de rescate, tan atractivos como el que se puso en marcha en el ex-Vaso de Texcoco, o el que, con ambiciosas pero no inalcanzables miras, significa su ampliación y la recuperación total del contexto lacustre, expuesto a finales del siglo pasado por el arquitecto Teodoro González de León17.

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