jueves, 20 de noviembre de 2008

17. Los años de la reactivación (1920-1940)

A medida que transcurrió la reestructuración del Estado Mexicano, y que la violencia empezó a ceder, la ciudad de México, si bien no había dejado de crecer, ahora lo haría en mejores condiciones. Las instituciones creadas por el grupo de norteños que dominaban la escena política, de nueva cuenta, reafirmaron la hegemonía de la capital, al ser indiscutible que en ella tendrían su sede.

En este período la población alcanzó el primer millón de habitantes, casi al concluir la década de los años treinta. Diez años más tarde, en un incremento sin precedente, rebasó el millón y medio. La superficie, de acuerdo con Gamboa de Buen pasa de 62 kms2 en 1918, a 99.2 kms2 en 1941.

Este crecimiento lleva los límites de la zona urbana hasta casi llegar a Lindavista en el norte; a Tacuba y Las Lomas en el poniente; a Miguel Angel de Quevedo y Altavista en el sur, abosorbiendo Coyoacán, y un rasgo importante, la Ciudad empieza a crecer también hacia el oriente, creándose, por ejemplo, en esta etapa, la Colonia Federal, al sur del actual Aeropuerto Internacional “Benito Juárez”. Esta demarcación, con nomenclatura tomada de las dependencias del poder ejecutivo federal, algunas de ellas ya transformadas o desaparecidas, tiene una configuración peculiar, llamada radial, que resulta extraña en la retícula urbana.

17.2 Supresión del régimen municipal
El 28 de agosto de 1928 se expidió un decreto trascendental en la vida política de la capital. Entró en vigor a partir del 1º de enero de 1929, y sus efectos se extendieron por casi setenta años. Los ayuntamientos derivados de las modificaciones porfirianas fueron suprimidos y se creó el Departamento del Distrito Federal, como una dependencia del Ejecutivo Federal, quien tendría la facultad de designar y, dado el caso, de remover a su titular.

El viejo núcleo citadino, al igual que gran parte de la mancha urbana, quedó bajo el Departamento Central, con jurisdicción territorial en lo que son las actuales Delegaciones de Benito Juárez, Venustiano Carranza, Miguel Hidalgo y Cuauhtémoc. El resto del Distrito Federal se dividió en 13 Delegaciones Políticas: Azcapotzalco, Coyoacán, Cuajimalpa, Guadalupe Hidalgo -cambiará a Gustavo A. Madero en 1936-, Gral. Anaya -desapareció en la reorganización de 1941-, Iztacalco, Iztapalapa, Magdalena Contreras, Milpa Alta, San Angel -en 1931 se rebautizó como Álvaro Obregón-, Tláhuac, Tlalpan y Xochimilco.

17.2 Nuevas propuestas arquitectónicas
Bajo el supuesto de que los cambios de período no se dan de manera abrupta, en estos años se registra un tránsito de los estilos europeizados del Porfiriato, y lo que serán las nuevas propuestas. Pueden citarse: el funcionalismo, el art-déco, el neocolonial y el colonial californiano. Asimismo, es digno de mención la actualización de un elemento que se remonta a las antiguas ciudades prehispánicas: el muralismo. En el ámbito de las tecnologías de la construcción, es de hacer notar la utilización del concreto armado.

Al iniciar el programa de construcción de escuelas, el Secretario de Educación Pública durante los años 1930 a 1934, Narciso Bassols, expuso una síntesis del funcionalismo, en las instrucciones que le da a Juan O’Gorman, arquitecto encargado del proyecto. Le pidió precisó: “supeditar la posible suntuosidad y la llamada belleza de los edificios a los precarios e inciertos recursos del Estado”, para sentar las bases de una “arquitectura escolar funcional”…“lugares en los que no se desperdicie ni un metro de terreno, ni el valor de un peso, ni un rayo de sol”40.
Concentrado en gran parte en la Colonia Condesa el art-déco deriva de la Exposición Internacional de Arte Moderno, Decorativo e Industrial, realizada en París en 1925, en la cual se exigió a los participantes que aportaran arte moderno, prohibiéndoles la presencia de todo aquello que rindiera homenaje al pasado.

De acuerdo con Edgar Tavares, es en la arquitectura donde mejor se puede observar la influencia de esta propuesta. El autor destaca como rasgos definitorios del art-déco la presencia de bajos y altorrelieves, en los remates de las casas y edificios departamentales, inspirados en elementos de la naturaleza, el cuerpo humano o en la vida social. De igual manera, señala las formas abocinadas de las puertas, el empleo de marquesinas y de vestíbulos, Así mismo, nos hace ver la incorporación de nuevos materiales, como los metales, la porcelana y el mármol.

Por otra parte, en estos años hay una fuente de inspiración en el pasado virreinal, al que se conoce como el estilo neocolonial. La muestra más acabada de esta orientación la tenemos en la remodelación del entorno de la Plaza de la Constitución. Entre 1926 y 1927, Augusto Petriccioli agrega un piso al Palacio Nacional y recubre el exterior con tezontle. En reciprocidad, el edificio del Portal de Mercaderes, adopta en su fachada esa piedra porosa y rojiza.

En 1935, Federico Mariscal construye el edificio gemelo del Departamento del Distrito Federal, el cual se encuentra más cercano al Palacio Nacional. Esto posiblemente haya influido en la decisión de trasladar, durante mucho tiempo, el despacho de la máxima autoridad local de la sede original al nuevo. Un año antes, se desaloja a los locatarios del Mercado de El Volador, algunos de los cuales se reubicarán en Mixcalco y, según se dice, otros en La Lagunilla. Entre 1936 y 1941 en el predio que ocupó este espacio comercial se edifica la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

En todas las colonias que surgen en esos años, como una referencia que nos ayuda a ubicarlas en el tiempo, se observa el furor que causó un estilo importado de las zonas residenciales de Los Ángeles, California. Se le conoce como colonial californiano, del que existen variantes, como el de Quinta Californiana, que exige predios de gran dimensión y que tenemos a la vista en Las Lomas de Chapultepec y una buena concentración en la colonia de Insurgentes San Borja. Aún en su expresión menos ostentosa, los colores dominantes son el blanco de las fachadas, y el rojo, de las tejas, los ladrillos de remate o la cantera de los marcos de puertas y ventanas. Es frecuente el uso de ojos de buey, de torres que semejan graneros y de chimeneas.

Por esos tiempos, así como se buscó en el precedente colonial, lo mismo ocurre con respecto al pasado prehispánico. Tiene su máxima expresión en el muralismo, que implica la fusión de la pintura con la arquitectura, como un elemento de la construcción y con propósitos eminentemente didácticos. José Vasconcelos entregó a Diego Rivera los corredores del patio central de la recién creada Secretaría de Educación Pública y entre 1921 y 1924, cubre sus paredes con una interpretación de la Revolución Mexicana. En el recinto de la Escuela Nacional Preparatoria, coincidió en el tiempo y propósitos el maestro de Zapotlán, José Clemente Orozco, dejando en los pasillos su visión de episodios del pasado compartido. Al finalizar los años veinte y hasta mediados de los treinta, en el cubo de la escalera del Palacio Nacional, Diego Rivera plasmó una panorámica de la historia de México y una fantasía del porvenir, obra irreverente en la que aparecen Marx y Lenin.

A partir de 1920, ocurrió una revolución en la tecnología de la construcción, con la incorporación del concreto armado. El peso de las edificaciones se redujo sensiblemente, al propiciar estructuras más ligeras, y se incrementó la posibilidad de alcanzar mayores alturas. Emergieron los primeros rascacielos de la urbe, en 1929 el de La Nacional Compañía de Seguros, y en 1933 el edificio El Moro de la Lotería Nacional.

Por otra parte, esta nueva tecnología trae un impulso para otras industrias, como la del hierro, vidrieras, fabricantes de cerámica, tuberías de cobre, de pintura, etc., y la pérdida de importancia de las ladrilleras. Además de la decadencia, contribuye la expansión de la Ciudad sobre las zonas donde se extraía el material, sujetándolas a una revalorización. Desparecieron del paisaje, aunque no es difícil detectar los vestigios de su existencia, los que se encuentran en el Parque Hundido, el Estadio de la Ciudad de los Deportes y la Plaza de Toros México.

17.3 Modificación a la nomenclatura en el centro
Un aspecto relacionado con el corazón de la Ciudad de México, es el cambio de nomenclatura que concluye en el Gobierno de Plutarco Elías Calles, entre 1924 y 1928.

Jesús Galindo y Villa, en su Historia Sumaria, señala que el proceso concluyó hacia el año de 1911, lo que hace suponer que se inició en los años de Porfirio Díaz. El supuesto que hacemos nosotros se basa en las placas de azulejo que están colocadas en las calles del Centro Histórico, donde se informa el nombre anterior de las calles, al cual se le da fecha de vigencia entre 1869 y 1928.

En su momento, se adujeron las supuestas dificultades que tenía la antigua forma de denominar las calles, lo cual no era cierto, pues sus habitantes las identificaban por la cercanía de templos, conventos y edificios notables, o porque había ocurrido algún suceso importante, o bien por los resabios de una ciudad inserta en un entorno acuático. Y en realidad, tuvo que pasar un buen tiempo para que los capitalinos se adaptaran a la situación, ya que el desconcierto privó desde el principio. Al aplicarse las modificaciones a la mayoría de las vías del Centro Histórico, se hace con un cierto fervor latinoamericano, pues se utilizaron para designarlas, sobre todo los nombres de los países hermanos. En menor grado, se encuentran las referencias a fechas históricas, tales como 5 de Febrero y 16 de Septiembre, o bien a personajes históricos (Isabel la Católica, Bolívar y Venustiano Carranza).


17.4 Una colonia notable
Es difícil hacer siquiera una enumeración de las colonias que van apareciendo a partir de esta etapa. Se calcula que de 1928 a mediados del Siglo 20, se establecen cerca de seiscientas nuevas demarcaciones. Entre los fenómenos que ocurren en esta etapa, se encuentra la tendencia de los sectores de más altos ingresos, de alejarse paulatinamente de las zonas lujosas del porfiriato, que recordemos fueron la Cuauhtémoc, la Juárez, la Condesa y la Roma.

Para este sector de privilegiados, y los extranjeros adinerados, entre 1922 y 1923 se inició la comercialización de Las Lomas, llamada originalmente The Chapultepec Heights. Fue trazada por el arquitecto José Luis Cuevas (homónimo del pintor contemporáneo), con calles que seguían en lo posible las curvas del terreno y pensada en exclusiva para residencias unifamiliares.

La distancia a la que se encontraba la nueva colonia, exigía, entre otras cosas, disponer de automóvil, poco accesible a la mayoría de los citadinos. Las autoridades locales apoyaron el proyecto y para comunicarlo se prolongó el Paseo de la Reforma, que gracias a ello se conservó como un eje de status y prestigio. Al principio el metro cuadrado se vendió en tres pesos oro y la compra mínima era de mil metros cuadrados. Los nombres de las calles le fueron puestos por Antonieta Rivas Mercado, esposa en ese entonces de uno de los accionistas del fraccionamiento, Alberto Blair, asociado con el dueño de los terrenos, un norteamericano emparentado con el presidente de la Compañía Sears en los Estados Unidos.

Una de las dos huellas de esa mujer excepcional, que se encuentran sobre el entramado urbano de la ciudad, viene a ser la selección de los nombres, pensados en función de las características del terreno. El haber escogido montañas y cordilleras, tiene además la intención de colocar la elitista demarcación, desde su simple mención, en alturas superiores a las antiguas colonias de los estratos superiores41.

17.5 El Rey Midas de los negocios inmobiliarios
Un empresario del ramo inmobiliario muy importante en estos años, con intensa actividad en la zonas ubicadas en el suroeste de la Ciudad de México, es José G. de la Lama. A principios de la tercera década del siglo adquiere los terrenos del ex-Hipódromo de la Condesa, y encarga su diseño al arquitecto José Luis Cuevas. El urbanista recrea el óvalo en el trazo de la Avenida Ámsterdam, cuyo nombre resulta inexplicable entre los de ciudades y estados de la república, y propone ejes radiales, con un gran parque en medio del antiguo espacio interior del tramo de carreras.

En 1922, De la Lama logra que el gobierno extienda lo que hoy es la Avenida de los Insurgentes, y que entonces se conoce como la Avenida o la Calzada Nueva (será hasta 1953 cuando se le refiera rindiendo homenaje a los independentistas). La ampliación va de la antigua Glorieta Chilpancingo hasta las cercanías de San Angel, en la colonia San José Insurgentes, y vino a beneficiar los proyectos que estaba desarrollando el activo empresario. El nuevo tramo fue inaugurado por el Presidente Álvaro Obregón el 2 de noviembre de 1924. Ya para el año de 1928, Insurgentes, de acuerdo con el relato del recorrido hecho por el asesino de Álvaro Obregón, llegaba hasta el aún separado San Ángel.
Este destacado fraccionador, también está ligado a la promoción de Polanco, la Nápoles y la Del Valle, al igual que las dos mencionadas (San José Insurgentes y la Hipódromo Condesa), lo cual explica las gestiones que hizo para que se extendiera la citada vía. Fue un verdadero Rey Midas de los negocios inmobiliarios, prueba de lo cual es cuando tomó el control de la empresa fundada para comercializar, en el segundo decenio del siglo pasado, los predios de la colonia Del Valle, proyecto que había tenido grandes dificultades para su desarrollo y que al tomar en sus manos, José G. de la Lama la convirtió en un éxito.

17. 6 Nuevas vialidades
En el Centro de la Ciudad de México, ocurre un proceso de revalorización, el cual se expresa en la apertura de nuevas vías de comunicación, o bien en el ensanchamiento que experimentan otras vialidades ya existentes.

En el primer caso tenemos la Avenida 20 de Noviembre (1930) y el intento fallido de un periférico, el Anillo de Circunvalación, el cual nunca se concluyó, quedando tan solo el tramo este y parcialmente el norte. En el segundo, encontramos la Avenida Juárez (1934), San Juan de Letrán (1934), pensado como un eje comercial orientado a revitalizar y descongestionar el viejo distrito mercantil del centro, y la Avenida Pino Suárez, contemporánea de estas ampliaciones y pensada como el par vial de la que rememora la fecha de inicio de la Revolución Mexicana.

Cabe señalar que son los años en los cuales se empieza a utilizar el neón, y que tiempo después dieron lugar a verdaderas obras de arte en los anuncios publicitarios, en la época muy anterior a los ahora llamados espectaculares.


17.7 Ecos de la violencia revolucionaria
La Ciudad es el escenario de hechos de violencia, como los atentados ocurridos durante la Guerra Cristera. Destaca en especial el asesinato de Álvaro Obregón el 17 de julio de 1928, durante un banquete que le ofrecieron los diputados de Guanajuato, en los días posteriores a las elecciones en las que había resultado triunfador.

Los hechos ocurrieron en el Restaurante La Bombilla, establecimiento culinario de tipo campestre y en el que se ofrecían variados platillos de la cocina mexicana e internacional. Sería cerrado a partir de esa fecha, años más tarde el Gobierno edificaría una especie de mausoleo con grupos escultóricos, obra de Ignacio Asúnsolo. El piso original se conservó para la posteridad, y puede observarse desde el pasillo circular del interior. El candidato triunfante, pues aún no se calificaban las elecciones, había sido víctima de tres atentados uno de ellos acontecido en la ciudad, el del 17 de noviembre de 1927, cuando colocaron dinamita en su auto y explotó al circular por el Paseo de la Reforma.

El asesinato ocurrió de acuerdo al guión que el propio Obregón había previsto, fue víctima de alguien convencido de cambiar su vida por la de él, José de León Toral, quien conspiró con un grupo en el que destacaba Concepción Acevedo de la Llata, la famosa Madre Conchita.

En el relato del curso que siguió León Toral hasta encontrar el momento propicio para dispararle en el rostro y tórax parte de la de la pistola española, marca Star-Bar, podemos darnos una idea de cómo era la Ciudad de entonces. En este, aparecen lugares como el Cerro del Chiquihuite, a donde iba a practicar el tiro al blanco y, tras no acertar en los objetos que había colocado, decidió que tenía que hacerlo a corta distancia. O bien, cuando le pidió a un taxi que lo condujera a la zona de San Angel, transcurriendo por la entonces llamada Calzada Nueva, que por ello sabemos que llegaba hasta ese antiguo pueblo42.

17.8 Conclusión de dos palacios pensados en el Porfiriato
En los años treinta, con modificaciones evidentes al modelo original, se dio término a dos construcciones iniciadas en tiempos de Don Porfirio. En 1934 fue concluido el Palacio de Bellas Artes, originalmente llamado Teatro Nacional, por parte del arquitecto Federico Mariscal.

En 1938, sin que ocurriera ceremonia alguna, fue inaugurado el Monumento a la Revolución. La cúpula del Palacio Legislativo del porfiriato, fue transformada por el arquitecto Carlos Obregón Santacilia, quien de esta manera evitó la destrucción de la estructura que ya estaba acordada. Las esquinas de la parte superior están rematadas por cuatro grupos escultóricos, cuyos modelos fueron los propios trabajadores y sus mujeres que participaron en la adecuación. Son obra del escultor Oliverio Martínez y representan, las Leyes de Reforma, la Independencia, las Leyes Agrarias y las Leyes Obreras.

17.9 Refugio de migrantes
La ciudad adquiere un aire cosmopolita, que le da la presencia de grupos de extranjeros. Entre ellos cabe mencionar a dos que fueron los que registran el mayor número. Cronológicamente, primero tenemos a los chinos, una inmigración silenciosa, que se da desde la segunda década del siglo y que en esta época se manifiesta en la aparición de un tipo de restaurante que adquiriría carta de naturalización en la urbe, los Cafés de Chinos. Fueron establecidos para atender las necesidades de sus compatriotas, inmigrantes que se desempeñaban en trabajos mal renumerados y con horarios nocturnos.
Más adelante en el tiempo, el 7 de junio de 1937, el Gobierno del General Lázaro Cárdenas recibe a un medio millar de niños españoles, huérfanos de la Guerra Civil, como una prueba piloto para medir la reacción de los mexicanos. El que hayan sido infantes en la orfandad, fue bien recibido por la población. Dos años más tarde, México recibió con los brazos abiertos a miles de refugiados españoles, en una cantidad estimada entre treinta mil y cuarenta mil personas, entre quienes viene lo más granado de la intelectualidad de la Madre Patria: Filósofos, pintores, escritores, actores, arquitectos, etc.

La gran mayoría, sin esas cartas de presentación se dedicaría a trabajar en lo que serían considerados negocios típicos de españoles abarrotes, cantinas, hoteles y panaderías.

Este torrente, que arribó con propósitos muy diferentes a los de sus ancestros del Siglo 16, enriquecería la vida intelectual, comercial e industrial de la Ciudad de México. Así, en apoyo a quienes tenían trayectoria universitaria y no encontraron acomodo en la Universidad Nacional, se creó la Casa de España en México, la que se convertiría en El Colegio de México. En gratitud a quien les abrió las puertas, la Migración Española levantó un monumento a Lázaro Cárdenas en el Parque España, simbolizando la apertura de México con una gigantesca mano abierta, en cuya palma esta un monolito con la efigie del Presidente de México.

En forma individual, hay que citar al Rey Carol de Rumania, a quien la incipiente burguesía halagaba de mil maneras para que asistiera a sus reuniones. En un ámbito extremo, está León Trotsky, quien llega a México en enero de 1937, y después de librar un atentado, un asesino solitario le infirió heridas mortales con un piolet, el 20 de agosto de 1940, a consecuencia de las cuales perece a los dos días.

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