jueves, 20 de noviembre de 2008

7. Modelos de Ciudades: Teotihuacán y Tula

Una cualidad del ser humano, que le permitió alcanzar un alto nivel en la escala evolutiva, es la capacidad de aprendizaje. Siempre se parte de la experiencia propia o ajena, no sólo en la vida cotidiana, sino también para encontrar soluciones en aspectos donde ésta se inserta. Este es el caso del pueblo mexica, que, en el desarrollo de su ciudad dispuso de necesarios referentes. Ahora los llamaríamos modelos, ejemplos que los guiaron en los trazos de lo que sería su propuesta.

Dentro de las posibles influencias, tenemos en principio a Teotihuacan, así la hayan conocido siglos después de su abandono. En fase de decadencia, pero aún viva, se encontraron a Tula y, en su momento de esplendor, la menos conocida para nosotros, en la que residía su amo, el Señor de los Tepanecas, Azcapotzalco, destruida al romper las cadenas de dominación, no solo en lo físico sino también en la memoria.

A continuación, nos referiremos al influjo que ejercieron las dos primeras en la configuración de la ciudad mexica.

7.1 Teotihuacán
Teotihuacán, espacio urbano sin parangón en Mesoamérica, constituye el antecedente más lejano, alrededor de 2000 años, de la centralización que caracteriza a la región natural donde se ubica la Ciudad de México. Por primera vez, en la Cuenca del Valle de México, aparece un polo que concentra funciones materiales y espirituales, y que ejerce su dominio en un territorio extenso, más allá de la corona montañosa.

Pese al abandono en el cual la conocieron, los mexicas no dejaron de sorprenderse ante la grandeza de ésta ciudad. Teotihuacán influyó en varios aspectos en el diseño de México-Tenochtilán, por lo que la tradición urbanística del Valle de Teotihuacán trasciende, por su intermediación, hasta la ciudad actual.

La paradoja y lo que se sabe de los logros de la ciudad.-
Teotihuacán es uno de los sitios arqueológicos mayormente explorados en México y, posiblemente, el que mayores visitantes recibe. Al mismo tiempo, de esta gran ciudad y el pueblo que le dio origen ignoramos muchísimas cosas. No sabemos como y de donde llegaron sus fundadores. Ni siquiera si realmente se llamaba como nos referimos a ella, así como los verdaderos nombres con los que sus pobladores identificaban calles, lugares y edificios, pues muchos de éstos les fueron dados siglos después de su destrucción. Igualmente, desconocemos las razones de su caída y abandono posterior por sus moradores.

Lo que se sabe es que fue una de las grandes urbes preindustriales, su ciclo de vida se extendió a lo largo de un milenio, superado por muy pocas ciudades en el mundo y, en el territorio nacional, quizás tan sólo por Cholula.

Alcanzó una población que osciló entre 80 mil y 100 mil habitantes, y una superficie máxima de 22 kms2, cerca del doble que México-Tenochtitlán. En la actualidad, lo que está a la vista es propiamente el corazón de la ciudad. Se ha rescatado una pequeña porción del resto, el que se encuentra bajo zonas urbanas, ranchos, carreteras e incluso instalaciones militares.

Llama la atención su gran sentido de planificación, el cual aparece desde las primeras etapas que se distinguen en su existencia. Se expresa en la distribución de usos del espacio, tales como el residencial, los destinados al ceremonial, a la elaboración de manufacturas y al comercio. En este último aspecto, resaltan las áreas destinadas a las representaciones de pueblos con los cuales se mantenía un estrecho contacto comercial, como los zapotecas, los mayas y de la costa veracruzana, lo que le da un aire cosmopolita.

Dos ejes que se cruzan perpendicularmente, en las inmediaciones del Gran Conjunto y de la Ciudadela, dividen en cuatro cuadrantes a la ciudad y rigen su despliegue. El esquema sería retomado en México-Tenochtitlán, al igual que la colocación, al sur del centro ceremonial, de la plaza destinada al mercado y a la residencia de los gobernantes.

Teotihuacán significa el punto de desarrollo más alto alcanzado en Mesoamérica, ningún pueblo alcanzaría el dominio territorial de los teotihuacanos, teniendo, a diferencia de toltecas y mexicas, el total control de los tres valles centrales.

Fueron arquitectos innovadores, desarrollaron una técnica constructiva conocida como tableros y taludes, que fue adoptada por numerosos pueblos. Lo mismo ocurrió con la pintura y la escultura, incorporadas como elemento de las construcciones. Los ceramistas, tejedores, lapidarios y carpinteros, notables artesanos, establecieron pautas a seguir.

Se dedicaron al comercio a gran escala y a distancias lejanas, lo cual fue paralelo a la expansión de su dominio y a la existencia de un poderoso ejército. Establecieron una relación de intercambio desigual con las regiones sojuzgadas, una especie de imperialismo. Adquirían de ellas materia prima a bajo costo, la transformaban en los talleres citadinos y la regresaban para su venta con un valor agregado.

La religión alcanzó su pleno desenvolvimiento, quedando definida a través de un conjunto de “deidades” o “dioses”, expresiones de fuerzas naturales, que continuarían siendo venerados por otros pueblos distantes en el tiempo. Eso hizo de Teotihuacán un lugar de peregrinaciones, de regiones alejadas acudían multitudes, para visitar sus maravillosos templos.

Teotihuacán inicia su desarrollo hacia el año 100 a. C. Doscientos cincuenta años más tarde, empiezan a emerger los rasgos que la identifican como una ciudad altamente planificada. En estos años, la ciudad alcanza una población de 30 mil habitantes y una extensión de 17 kms2.

Entre 450 y 650 d.C., la urbe alcanza su máximo esplendor y su influencia se extiende a toda Mesoamérica. En el clímax, la población asciende a 85,000 habitantes, y la superficie se estima en 20.5 kms2.

Después, comienza el declive, la inestabilidad y el desmoronamiento, se han propuesto diferentes explicaciones al respecto (conflictos internos, rebelión de los pueblos sometidos, invasión de pueblos bárbaros del norte, etc.). En el año 750 d.C., radican en ella apenas 5 mil almas. Se han encontrado evidencias de que la ciudad fue incendiada y saqueada. Según se indica, el abandono total ocurrió hacia el año 900 de nuestra era.

7.2 Tula
Su nombre original es Tollan, lugar donde abundan los tules, una planta perteneciente a la familia de las juncáceas, de tallos rectos, lisos y flexibles, que crecen en las riberas de lagos y ríos14.

Tula no se encuentra en la Cuenca del Valle de México. Está situada en una región estratégica, cercana a yacimientos de obsidiana, rica en calizas, a corta distancia de la zona pulquera y en el paso hacia el norte. Puede decirse que es una de las puertas de acceso a la Cuenca.

Su ciclo de vida, comprendido entre el año 900 y 1165 d.C., fue menor al de Teotihuacán, pero sus cerca de 265-270 años, lo hacen mayor al de México-Tenochtitlán (de 196 años).

Sin llegar a la grandeza y poderío territorial de Teotihuacan, el nivel de organización social y el prestigio que adquirieron fue a tal grado que tolteca llega a ser sinónimo de civilizado.

Tula se distingue por haber sido el asiento de pintores, eminentes astrónomos, lapidarios, carpinteros, albañiles, artesanos del arte plumario, alfareros, hilanderos y tejedores. A los toltecas se atribuyó el descubrimiento de la metalurgia, la medicina herbolaria, el sistema de correos y la invención del pulque.

Según cálculos modernos, la capital imperial llegó a tener entre 40 mil y 50 mil habitantes que vivían en el centro ceremonial y sus alrededores. En su período de apogeo, el núcleo urbano debió haber alcanzado 16 kms2, viviendo en él unas 32 mil personas, en tanto cerca de 28 mil lo hacían en la periferia.

Tula se convirtió entonces en la capital de un dominio que se extendió, de manera irregular, hacia el norte y el occidente del Altiplano Central, con ramificaciones hacia el Bajío y rutas de comercio que conectaban lugares tan lejanos como el suroeste de los Estados Unidos.

Hacemos referencia a ella, por al menos, dos circunstancias. Los mexicas la conocieron en el transcurso de su peregrinaje. Aunque se encontraba en decadencia, el que fuera una ciudad viva ofreció una experiencia diferente a Teotihuacán. Tiempo después, la integraron a su dominio.

Por otra parte, los mexicas hicieron suyas varias de las creencias y mitos de los toltecas. Se apoderaron de una parte de la peregrinación que éstos habían efectuado siglos antes, y ajustaron la salida de Aztlán, con el año de la caída de Tula.

Por otra parte, tiempo después, cuando le solicitaron al Señor de Azcapotzalco que les permitiera tener un tlatoani, y éste les dio su venia, acudieron con el de Culhuacán, para que les entregara a uno de los suyos, pues se decía que en las venas de la clase noble de este pueblo corrían sangre tolteca. Este primer señor de los mexicas resultó ser Acamapichtli, estableciéndose como uno de los requisitos para sus sucesores el pertenecer a su linaje, todos de alguna manera estuvieron emparentados con este personaje.

Otro mito heredado por los mexicas, fatal en su actitud hacia los conquistadores ibéricos, es el de Quetzalcóatl. Obligado por los excesos en que lo hace incurrir Tezcatlipoca, la Serpiente Emplumada abandona Tula y se dirige por el oriente a la Costa del Golfo. Confecciona una balsa de serpientes, y se lanza al mar, no sin antes prometer un eventual retorno en un año 1 Acatl. En la cuenta del tiempo que llevaban los mexicas, coincidió con el de 1519.

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