jueves, 20 de noviembre de 2008

18. De la ciudad porfiriana a la metrópolis

18. DE LA CIUDAD PORFIRIANA A LA METRÓPOLIS
Durante este período, se desvanecieron los rasgos urbanos que dominaron desde el Porfiriato, y se va configurando una ciudad más parecida a la actual. En ese tránsito, aparecieron tres tendencias íntimamente relacionadas, que propiciaron la transformación de la ciudad en una Metrópolis, mismas que son: La ruptura del centro tradicional, la industrialización y la expansión de la mancha urbana sobre los municipios colindantes del Estado de México.

La población registró un crecimiento, de nuevo, superior a los precedentes. El poco más de millón y medio de habitantes registrado en 1940 se incrementó en un 200%, pues los residentes de la urbe se acercaban ya a los cinco millones veinte años después. La superficie de la mancha urbana tuvo un comportamiento similar, se extendió de casi cien kilómetros cuadrados a doscientos veinte en ese mismo lapso.

18.1 Las tendencias metropolitanas
18.1.1 La ruptura del centro tradicional.- De acuerdo con Claude Bataillon, al despuntar la década de los años cuarenta, la urbe seguía siendo una ciudad de transeúntes y tranvías, se semejaba más a la de la época porfiriana que a la contemporánea. Todo lo importante, desde el punto de vista de los servicios públicos, financieros, comerciales, de educación superior, espectáculos, etc., se concentraba en el viejo centro, a donde había que acudir forzosamente para llevar a cabo una serie de trámites, obtener servicios, comprar ropa y enseres del hogar, o ya tan sólo para dispersar el ocio en los cines y teatros.. Lo que se llama la ruptura del centro tradicional tiene, al menos, dos manifestaciones:

18.1.1.1 Descentralización Comercial.- El primero en llamar la atención sobre lo que estaba ocurriendo en esa parte de la Calzada Nueva, hoy Insurgentes, no fue un historiador, urbanista o arquitecto, sino un ingeniero agrónomo. En el interludio de la década de los cincuenta a los sesenta, Edmundo Flores43 advierte las consecuencias de la determinación tomada por la cadena de tiendas Sears Roebuck. Al decidir la instalación de la primera de sus sucursales en la capital del país, optó no hacerlo en el viejo y ya congestionado distrito comercial del Centro. En 1949, adquirió el predio que hasta entonces ocupaba el Colegio Americano, sobre la Calzada Nueva. Esto precipitó un cambio en el uso del suelo de la entonces zona residencial, de casas jardinadas de dimensiones medianas y grandes. Tiempo después, otras empresas comerciales, establecidas desde el Siglo XIX, seguirían un criterio similar, como fue el caso del Palacio de Hierro, hacia 1956, al poner en servicio la Sucursal Durango, en donde estuvo el Toreo de la Condesa. Más adelante, el Puerto de Liverpool haría lo propio en Insurgentes y Félix Cuevas y en la Calzada Mariano Escobedo en Polanco.

18.1.1.2 Ciudad Universitaria.- Al finalizar el Gobierno de Manuel Ávila Camacho, se expropiaron los terrenos necesarios para su edificación al sur de la capital, afectando unos seis millones de metros cuadros de propiedad ejidal y comunal, de los que, en la opinión certera de Carlos Lazo, la construcción se llevó dos y medio millones de metros cuadrados del gigantesco predio44. Se avizoró que estaba por ser una realidad la ya no tan novedosa propuesta de agrupar las dispersas escuelas y facultades, y sacar la Universidad del viejo barrio estudiantil del centro, para ubicarla en lo que se concibió como una ciudad satélite.

Se le imaginó con los servicios que demandaría una población de 25 mil estudiantes. En el proyecto de partida, se propuso un área de residencia para el alumnado que nunca se construyó. El proceso de construcción dio inicio en la siguiente administración, hacia el año de 1950 y concluyó en 1955, aunque el Presidente Alemán la inauguró simbólicamente unos días antes concluir su mandato, en noviembre de 1952, descubriendo la estatua esculpida por Ignacio Asúnsolo, resguardada en sitio desconocido tras el último de los dinamitazos que la destrozó. Lo hizo con las obras sin terminar, pues no quiso irse sin haber puesto en marcha uno de los orgullos de su sexenio.

En 1946, se convocó a dos concursos, uno restringido a la Escuela de Arquitectura de la UNAM, y el otro abierto. En ambos triunfó el equipo integrado por los alumnos del plantel Teodoro González de León, Armando Franco y Enrique Molinar. Su proyecto general, a grandes rasgos, se preservó con modificaciones en el definitivo. Habían considerado como eje central la Avenida Insurgentes, al oriente de la cual ubicaron una gran plaza, inspirada en las ciudades prehispánicas. En alguna ocasión, Mario Pani se refiere a ella precisamente como la Plaza de los Estudiantes, pues para ellos fue pensada45. Este espacio queda delimitado, en esa dirección por el edificio de la administración central (Rectoría) y los servicios comunes (Biblioteca Central). Los tres restantes lados están cerrados por las escuelas y facultades. Al incluirse otros planteles no considerados originalmente (Medicina, Odontología y Veterinaria), fue necesario adicionarle otra plaza.

En su momento, constituyó la obra de mayores dimensiones hecha en México y sin asomo de duda, la mejor expresión de la arquitectura mexicana de su tiempo. El único precedente de un centro escolar que existía fue la Escuela Nacional de Maestros, edificada en 1945.

El proyecto general estuvo a cargo de los arquitectos Mario Pani y Enrique del Moral, en tanto la supervisión de la obra, como Gerente General, quedó encomendada a Carlos Lazo. Para realizar la colosal obra, se convocó a los arquitectos y constructores más destacados de la época, un medio centenar, de acuerdo con Pani. Un rasgo notable es el hecho de que, a pesar de la variabilidad de gustos y tendencias presentes en ese grupo, en su conjunto la obra tiene un carácter unitario.

El Estadio Olímpico, rebautizado México 68 en la XIX Olimpiada, es una obra maestra de la arquitectura mexicana, integrado de tal manera a su entorno que semeja un volcán. Su material dominante es el basalto, procedente de la erupción del cono más próximo. La estructura del estadio está concebida a partir de un moldeo del terreno, contenido por muros cuya inclinación es el ángulo de reposo del material. El Estadio Olímpico reivindica la arquitectura prehispánica, cuyas sencillas formas tenían más posibilidades de ser utilizadas en la era moderna que las complejidades novohispanas.

Los grandes artistas plásticos de la época fueron invitados a colaborar con su talento. Diego Rivera lo hizo en el mencionado espacio deportivo, en la que redujo su idea original de un relieve dedicado al deporte prehispánico, a una interpretación del escudo de la Universidad. A David Alfaro Siqueiros se le asignó la Rectoría, en tanto a José Chávez Morado el auditorio de Ciencias. Ignacio Asúnsolo hizo en roca la estatua de Alemán y Rodrigo Arenas Betancourt en metal la de Prometeo. Juan O’Gorman representaría en las paredes de la Biblioteca Central, las cosmogonías precolombina y occidental, al igual que la Revolución Mexicana y el Mundo Moderno, con guijarros multicolores. En este edificio están representados todos los rincones de México, pues los pedruscos fueron mandados por los alcaldes de centenares de municipios mexicanos, en respuesta a la petición que se les hizo de una muestra de piedras colores que existieran en sus regiones.

No hubo el menor desperdicio, ya que los materiales para la obra fueron extraídos del Pedregal de San Angel. No es fácil encontrar una construcción tan integrada al paisaje circundante como lo está la Ciudad Universitaria. Destaca sobre todo la lava volcánica, la cual se obtuvo de los trabajos de nivelación del terreno, y que fue usada en basamentos y revestimientos. Se encuentra también el tezontle y otras rocas de origen volcánico. Para la gran sala de ventanillas de la Rectoría, se trajo tecalli de Puebla. Se dice con justeza que no es fácil encontrar una construcción tan integrada al paisaje circundante como lo está la Ciudad Universitaria.

Los jardines fueron diseñados por el arquitecto Luis Barragán, quien hizo uso de especies propias del lugar, como el pirú, palo bobo, etc. Por cierto, el más laureado de nuestros arquitectos, vería ligado su nombre al de un fraccionamiento contemporáneo, orientado al segmento social de altos ingresos, los Jardines del Pedregal.

Al concluir los trabajos, la UNAM contaba en ese espacio, concebido como una Ciudad localizada en la periferia, lejos del ruido de la urbe, con doce escuelas superiores, doce institutos, un edificio de rectoría, una biblioteca central, un museo, varios laboratorios, un enorme estadio deportivo, un estadio de entrenamiento, canchas e instalaciones para diferentes deportes, un club central, habitaciones para maestros, estacionamientos, terminales de autobuses y tranvías, así como circuitos internos de tránsito vehicular y peatonal.

Fue necesario, además, dotarla de vías de acceso, para lo cual se prolongó la Avenida de los Insurgentes y se construyó la llamada entonces Avenida Fernando Casas Alemán, el Jefe del Departamento del Distrito Federal, denominación que sería al poco tiempo cambiada por el de Avenida Universidad.

18.1.2 La industrialización
Por otra parte, en esos años, estimulado por la Segunda Guerra Mundial, se consolida una planta industrial, que desde la década anterior venía conformándose en la aparición de conglomerados fabriles localizados en las Delegaciones de Azcapotzalco y Gustavo A. Madero. A finales de los años cuarenta, la industrialización, elevada por el alemanismo al rango de una política del Estado, concretaría una industria con proyecciones hacia el mercado nacional, a diferencia de la porfiriana, más enfocada al ámbito local y regional. En los cordones industriales de la Zona Metropolitana de la Ciudad de México, desde entonces se concentran dos quintas partes de la producción sectorial nacional.

Esto se constituiría en otro de los factores de atracción y concentración que caracterizan a la Ciudad de México, estimulado por la presencia del mayor mercado de consumidores, la centralización del sistema de transporte ferroviario y de carreteras, la facilidad para contar con mano de obra calificada y la de poder realizar los trámites necesarios ante las instancias gubernamentales responsables concentradas en la capital del país.

18.1.3 La expansión sobre los municipios colindantes del Estado de México.
En forma simultánea a la tendencia anterior, se integraron a la mancha urbana demarcaciones municipales colindantes. A finales de los cuarenta, se establecieron fraccionamientos acondicionados para la instalación de fábricas en Tlalnepantla, Naucalpan y Ecatepec.

Este proceso se vio fortalecido por la decisión que tomó el entonces titular del Departamento del Distrito Federal, Licenciado Ernesto P. Uruchurtu, quien permanecería 14 años en esa posición, de 1952 a 1966. El llamado “Regente de Hierro propuso y aplicó un cumplimiento más estricto de las condiciones exigidas a los fraccionadores, antes de autorizarles la construcción de nuevas colonias, fueran éstas de uso industrial o residencial.

En tanto esto acontecía en el Distrito Federal, en el vecino Estado de México, los requisitos se flexibilizaron. Con el propósito de atraer la instalación de nuevas industrias, se aplicó una política de fomento integral. Así, se construyeron parques industriales con todos los servicios pertinentes, y se brindaron facilidades administrativas y exenciones de las tributaciones locales. Además de propiciar la llegada de empresas industriales, estas diferencias de criterios entre las autoridades llevaron al surgimiento de fraccionamientos residenciales en el oriente y el norte de la Ciudad.

En 1957, Mathias Goeritz y Luis Barragán construyeron lo que vendría a ser un proyecto residencial, que se ofreció a sectores medios de la población, en un esquema californiano de suburbio comunicado por una vía rápida: Ciudad Satélite. El nuevo desarrollo se vería beneficiado por la extensión del Periférico y la construcción de la Autopista México-Querétaro.

En contrapartida, hacia esa misma época, se efectuó el mejoramiento de la salida a Puebla. La Calzada Ignacio Zaragoza, que transcurre entre la Delegación de Iztapalapa y el entonces Municipio de Chimalhuacán, fue ampliada. Esto impulsó la aparición de una serie de asentamientos sobre terrenos federales y ejidales, carentes de todo servicio. Fue tal la cantidad de personas que llegó a la zona del vaso del antiguo Lago de Texcoco que en 1964, con la segregación de porciones de los municipios de Chimalhuacán y Texcoco, se creó una nueva demarcación: Ciudad Nezahualcóyotl

18.2 Algunos hechos dignos de mención
18.2.1 Los multifamiliares
En este período, se una respuesta innovadora para afrontar el problema de la vivienda, sustentada en la optimización del uso del espacio, eufemismo que oculta el aglutinamiento de un buen número de residentes en condiciones no conocidas. Entre 1947 y 1949, en lo que fue su opera prima, la empresa Ingenieros Civiles Asociados (ICA), edificó en la esquina de las avenidas Coyoacán y Félix Cuevas, la Unidad Habitacional Presidente Miguel Alemán, el primer multifamiliar que existió en la ciudad.

Constaba de nueve edificios de doce pisos y seis de tres, en los que se ofrecieron mil ochenta departamentos, decenas de locales comerciales, elevadores, alberca e incineradores de basura. Todo implicó cien mil metros cuadrados de construcción en un predio en un predio que tiene cuarenta mil de superficie. Dos años después, se inauguró el Conjunto Multifamiliar Benito Juárez, en la Col. Roma, sobre los terrenos del viejo Estadio construido por José Vasconcelos en los años veinte. Entonces, albergaba mil veinticuatro departamentos, más de la mitad de los cuales desaparecería a consecuencia de los sismos de 1985.

En 1960, tres años antes de que el Periférico llegara a San Jerónimo, y en conmemoración de los 150 años de haberse iniciado la Independencia, se estrenó la Unidad Independencia, comercializada por el IMSS, al igual que, en 1956, se hizo con la Unidad Santa Fé.


18.2.2 Las vías rápidas
La primera vía rápida de la ciudad fue el Viaducto Presidente Miguel Alemán, para lo cual se aprovecharon los cauces de los Ríos Becerra, Tacubaya y de la Piedad, mismos que fueron entubados. Se puso en funcionamiento en 1950, con dos carriles por lado y llegaba tan sólo hasta la Calzada de Tlalpan. Sería en el sexenio del Licenciado Adolfo López Mateos, cuando se prolongaría hasta la Ciudad Deportiva. Seis años antes, se entubó el Río Churubusco y tiempo después también adquirió el rango de ruta de alta velocidad.

Se sacó provecho del trayecto que tenía, desde los años veinte, el conducto que llevaba, el agua de los manantiales de Xochimilco a la Condesa. Se hicieron diversos trabajos y adaptaciones a la antigua Avenida Acueducto, y de ahí surgió, en 1951, la Avenida División del Norte.

Las viejas rutas de agua, ya fueran canales, ríos, o caños, proporcionaron a final de cuentas, más de ochenta kilómetros de vialidad, además de los mencionados, tales fueron los casos de Río Magdalena y Río San Joaquín.

En los años cincuenta, dio principio la construcción del Anillo Periférico, que sería concluido hasta la administración del Licenciado Manuel Camacho Solís, en los tiempos salinistas. En 1960, estaba ya en servicio el tramo de Barranca del Muerto a El Toreo, en 1963 llegó a San Jerónimo y en 1968, para comunicar los escenarios deportivos, y sobre todo la Villa Olímpica y Villa Coapa, destinada a los periodistas, se llevó hasta Cuemanco.


18.2.3 Crecimiento subterráneo y hacia las alturas
Una novedad de esta época, es la incipiente utilización de una forma de construcción que observaríamos de manera constante en la década se los sesenta. Se trata del paso a desnivel de Fray Servando Teresa de Mier bajo la Calzada de San Antonio Abad, que anticipa el llamado crecimiento hacia abajo.

En el sentido opuesto, tenemos la edificación de la Torre Latinoamericana, primer rascacielos en todo sentido, iniciada a finales de los cuarenta. Fue comercializada y puesta en operación a partir de 1956. Proyectada por Augusto H. Alvarez, con la colaboración de Leonardo y Adolfo Zeevaert, en su momento, con sus cuarenta niveles y 138 m de altura, (contando la antena alcanza 182 mts), se convirtió en el edificio más alto de la capital y un símbolo de la modernidad.


18.2.4 Despeje del Zócalo
Durante su primer período al frente del Departamento del Distrito Federal, de 1952 a 1958, Uruchurtu ordenó el despeje del Zócalo. Fueron retiradas las jardineras, el puesto central del sistema tranviario y las terminales de los autobuses. El carácter de desierto de piedra que tiene la plaza más importante del país se debe al severo gobernante local, y ya para 1956 presentaba ese aspecto.

18.2.5 Escultórica pública
En estos años, la ciudad adicionó a su acervo escultórico monumentos entrañables. En el sexenio de Ávila Camacho, en la intersección de Melchor Ocampo y Reforma, se colocó la fuente de la Flechadora del Sur, rápidamente identificada por el pueblo como la Diana Cazadora, obra de Juan F. Olaguíbel. El inquietante desnudo de la efigie, generó las protestas de las buenas conciencias, por lo que se agregó un taparrabos, permaneciendo pudorosa hasta la Regencia del General y Licenciado Alfonso Corona del Rosal, en el sexenio del Presidente Gustavo Díaz Ordaz. La Diana sería reubicada en dos ocasiones, la última ocurrió en 1987, en una glorieta cercana al sitio de su asentamiento original.

En 1952, de este mismo escultor, se inauguró la Fuente de Petróleos, un conjunto escultórico encabezado por una mujer desnuda, que es la misma que posó para la Flechadora.

Hacia esta misma época, en 1950, Ernesto Tamariz levanta el llamado Altar de la Patria, en homenaje a los Niños Héroes. Un año antes, Fernando Ortiz Monasterio termina el Monumento a la Madre, resultado de la iniciativa del periódico Excelsior; a la ceremonia en que se develó la estatua y la placa con la frase “A la que nos amó antes de conocernos”, efectuada el 10 de mayo de 1949, asistió el Primer Mandatario, Licenciado Miguel Alemán Valdés.
18.2.6 Programa de mercados
Un programa notable en esta época es el de la construcción de mercados, gracias al cual se controló hasta su desaparición el problema del ambulantaje. Durante el sexenio de Ruiz Cortines, se fueron inaugurados sesenta y tres mercados, y al siguiente, en el de López Mateos la cifra llego a ochenta y ocho. Las cifras demuestran que se levantó uno en promedio por mes. La mayoría de ellos data de esa época, por lo cual el modelo es muy semejante, en cuanto a la distribución de espacios internos. En 1957, inició sus actividades la insignia de estas acciones, el Mercado La Merced, del arquitecto Enrique del Moral

18.2.7 Terremoto
El 28 de julio de 1957, la ciudad se vio sacudida por un terremoto, de una magnitud de siete grados en la escala de Richter. Provocó daños en las colonias Roma, Condesa, en el cruce Reforma e Insurgentes, y una treintena de muertes. Lo que más impactó a los capitalinos fue la caída del Ángel de la Independencia, al cual no se le había dado el mantenimiento adecuado. En reconocimiento al valor que se le da, alguien asegura que es la estatua más conocida en la ciudad, fue reconstruido en tiempo record, al igual que la escalera de caracol del interior de la columna, que era de piedra y se cambió por una metálica.

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