jueves, 20 de noviembre de 2008

5. El marco geográfico

De acuerdo con las estimaciones más recientes, la extensión del territorio nacional se estima en 1,964,375 km2, de los cuales 1,959,248 km2, corresponden a superficie continental y 5,127 km2,a la insular. En conjunto ello equivale al 1.31% del total mundial de las llamadas tierras emergidas, que puede parecer un porcentaje reducido, impresión que se modula con la aseveración de ello nos coloca dentro de los 15 países con mayores dimensiones físicas en el contexto internacional.

México es uno de los países más grandes de la tierra, eso es innegable. Lo que no deja de llamar la atención es, ¿por qué en la inmensidad de ese espacio, en una región relativamente tan pequeña, que significa menos del 0.50% de nuestro patrimonio material, se ha generado una concentración tan marcada de los recursos humanos y materiales de los que disponemos?

Buena parte de la respuesta nos la da lo que algunos llaman el determinismo geográfico, la forma como influyen los recursos con los cuales la naturaleza dotó al territorio de este país.

De esta manera, abordaremos el problema en tres niveles: 1) Nacional (los dos escenarios nacionales), 2) Regional (el México Nuclear) y 3) Micro regional (la Cuenca del Valle de México).

5.1 Los escenarios nacionales.- Bernardo García Maynez(10) se asombra del hecho de que una cordillera tan importante como el Eje Neovolcánico no exista en el conocimiento común del ciudadano promedio, a pesar de la importancia que ha tenido para el ser humano en esta región del mundo.

La dirección de este sistema orográfico es diferente a la de las principales cordilleras del continente, tiene 880 km de longitud y un promedio de 130 km de anchura.

El inicio de su trayectoria se encuentra en las cercanías de Antigua, a unos 70 km. al norte del Puerto de Veracruz. Desde ahí se dirige al sur, después al poniente. Atraviesa los estados de Veracruz, Puebla, Tlaxcala, el Distrito Federal, Morelos, Hidalgo, México, Querétaro, Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Colima y concluye en el Estado de Nayarit, cerca de la desembocadura del Río Santiago.

Como su nombre lo indica, registra una intensa actividad de tipo volcánico. Una prueba de ello es la irrupción y desarrollo, en los primeros meses de 1943, del Paricutín. A las 24 horas, se elevaba una altura de 50 metros y a los 12 días llegaba hasta 400 m.

Otro registro de esta característica se encuentra en las inmediaciones de la capital del país, en el Popocatépetl, la segunda montaña de mayor elevación en México. Se trata de un volcán maduro, de unos 23 mil años de antigüedad que se gestó sobre otro más antiguo, llamado Nexpayantla. Desde finales de 1994 ha sido motivo de preocupación para los capitalinos, al iniciarse un período mas de reactivación.

Es de resaltar una característica que posee esta cordillera. Viene a ser un límite en muchos sentidos. Como lo indica Jorge L. Tamayo11, se trata de una frontera continental y de actividad sísmica (una décima parte de los sismos registrados en todo el orbe, durante el Siglo XX, tuvieron su epicentro sobre el Eje Neovolcánico o en su colindancia sur), pero además lo es respecto a disponibilidad de agua, y en lo que se refiere a la distribución de flora y fauna útil.

De esta manera, con esta cordillera, en el territorio nacional quedaron delimitadas dos zonas respecto a las condiciones para favorecer el desarrollo del ser humano, ofreciendo posibilidades diferentes al desarrollo de la vida sedentaria y, eventualmente, al de la civilización. Sobre la base de factores geográficos se estableció una diferenciación de tipo cultural, entre la región ubicada al norte del Eje Neovolcánico y la que se encuentra al sur del mismo.

Aún en el presente se percibe el efecto de esta determinación milenaria. De acuerdo con los datos del último Censo General de Población, tendríamos las siguientes proporciones:


Región % Territorio % Población
Norte 62% 26%

Sur 38% 74%



5.2 El México Nuclear
El Eje Neolvolcánico Transversal viene a ser la columna vertebral donde se asienta la región mayormente privilegiada por la naturaleza, a la cual se le llama el México Nuclear. Ahí se localiza, en muchos sentidos, geográfico, cultural, histórico, el corazón de la patria.

En esta parte de la geografía nacional se distinguen tres elementos: 1) Los Valles Centrales, la región de mayor elevación sobre nivel del mar del país, conformada por el Valle de México, el de Puebla y el de Toluca; 2) La Porción Occidental, la cual viene a ser una región trabajada por el Río Lerma/Santiago, mismo que nace en el último de los tres valles, y 3) Las Vertientes Vitales, que significan el acceso a los dos Océanos más grandes del planeta.

Se caracteriza por mostrar un mosaico de climas y suelos situados a diferentes alturas, lo cual se traduce en la posibilidad de disponer de una gama igualmente diversa de productos.

Además, las micro regiones que integran este mosaico, a pesar de lo accidentado del relieve, no están incomunicadas, sino que, a través de innumerables pasos, permiten el paso de hombres y productos.

5.3 La Cuenca del Valle de México
Hace más de 20 mil años, cuando el hombre entró por primera vez a esta región del territorio nacional, habían pasado miles de siglos de que el proceso de formación de la Cuenca del Valle de México (CVM) había concluido, al menos en la perspectiva de lo que podemos observar en la actualidad, pues se indica que su desarrollo se extiende a lo largo de 50 millones de años.

Hace unos 700 mil años, surgió en el sur de esta unidad natural la Sierra del Chichinautzin, cuyo edificio principal, el Ajusco, es identificado con facilidad por los capitalinos. Ello cerró la salida de las aguas en esa dirección, y, aunado al diferencial de altitud entre el norte y el sur, determinó la aparición de un espejo lacustre en la porción meridional.

Posiblemente, además de la explosión del Xitle, ±200 del año 1 de nuestra era, un fenómeno menor desde el punto de vista geológico, quizás de lo único que podrían atestiguar los primeros seres humanos que llegaron a éstos ámbitos, sería de la erupción excepcionalmente violenta que derrumbó el Nexpayantla y dio origen a la forma actual del Popocatépetl, lo cual se supone ocurrió hace unos 23 mil años.

En la época del ingreso del hombre a la Cuenca, ésta presentaba un paisaje verde, era abundante en vegetación y rico en agua. Las lluvias caían en forma más generosa y gran parte de lomas y montes estaban arbolados. El clima era más frío. La fauna tenía una mayor diversidad, una gran variedad de animales podían observarse en los bosques, los lagos y los cielos.

El ciclo hidrológico era bastante sencillo, las lluvias, más los escurrimientos de las serranías y los manantiales nutrían los numerosos lagos, ya que al estar cerrada la cuenca los acuíferos de la planicie estaban permanentemente saturados.

Técnicamente, se le conoce como una cuenca endorreica, sin salida natural. Ello determina en parte que, no pueda definírsela como un Valle, en tanto las características de éste serían las de un área de la superficie terrestre trabajada o erosionada por una corriente fluvial o glaciar. Esta región de la patria no las tiene, como tampoco una línea de drenaje general que modele su superficie. Más que un valle, es una “hoya hidrográfica, rodeada por un alto muro de montañas”, como lo indicó don Jesús Galindo y Villa(12).

La CVM es el resultado de un complejo conjunto de fenómenos geológicos, de alcance general y local, producto de fracturamientos, hundimientos, fallas, rellenamientos y erupciones volcánicas que produjeron una hoya o depresión rodeada de sierras por los cuatro puntos cardinales, pero sin salida para las aguas provenientes de esas mismas sierras

La CVM está en el centro de una grandiosa zona volcánica, cuyas erupciones en diferentes fases han formado acumulaciones extraordinarias de lavas y otros residuos volcánicos, que en las exploraciones ocurridas durante la construcción de obras subterráneas y después de los sismos de 1985, se estimó en 2000 mts hasta alcanzar el lecho de un antiguo océano.

Pocas regiones en el mundo exhiben una variedad de formas volcánicas como la CVM, unas son perfectas y pequeñas, como el Xitle, o elevadas como el Popocatépetl, otras como el Iztaccíhuatl, muestran ya la erosión.

Se trata de entonces de una cuenca cerrada, que se halla situada en la parte más elevada de la Mesa Central Mexicana, su forma puede asemejarse con una elipse, cuyo eje norte/sur es de 116 k. La menor anchura se alcanza en la porción sur, con 66 k, y la mayor con 119 k, en la parte norte.

Su extensión es de 9,600 km2, aproximadamente un 0.48% de la superficie nacional y comprende la totalidad del Distrito Federal (14%), porciones ó íntegramente 48 municipios del Estado de México (50%), 14 de Hidalgo (26%), 4 de Tlaxcala (9%) y uno de Puebla (Chignahuapan, 1%). Considerando superficies municipales, la CVM tiene 10,789.76 kms2.

Mantiene un desnivel, siendo la altura promedio en el norte de 2,400 mts sobre el nivel del mar, en tanto en el sur es de 2,200 mts, lo cual fue la causa de la formación de un espejo lacustre en sección más baja.

Una cadena montañosa constituye el muro que rodea la cuenca, la Sierra Nevada al sureste, con los centinelas, el Popocatépetl, con 5,438 m de altura y el Ixtaccihuatl, con 5,286 m, que culmina con las elevaciones de los Cerros del Telapón y Tláloc.

La Sierra Nevada se liga hacia el sur con la del Chichinautzin y la del Ajusco. En el Suroeste, el corredor montañoso se integra con las Sierras de las Cruces, Monte Alto y Monte Bajo y sigue al noroeste con la Sierra de Tepotzotlán.

Se cierra el círculo al norte con las Sierras de Tezontlalpan y Tolcayuca, y con las elevaciones de la serranía de Pachuca. En la planicie, al oeste, y con dirección de norte a sur, se proyecta una pequeña sierra que separa una porción del Valle de México, constituyendo la subcuenca de Apan.

En el interior de la cuenca aparecen otras formaciones orográficas: la Sierra de Guadalupe al norte de la Cd. de México; al este de la cuenca, la Sierra de Santa Catarina y las moles del volcán Xico y el Cerro de Pino, en el área de Chalco. No podemos olvidarnos del Peñón de los Baños, el Peñón del Marqués y del Cerro de la Estrella, o bien Chapultepec y Zacatépetl, los cuales, (estos dos últimos) figuran entre los elementos más antiguos del Valle de México.

Finalmente, se pueden encontrar algunas características al interior de la cuenca, que permiten distinguir tres zonas. Desde el punto de vista de la dotación de recursos, resalta la abundancia que caracteriza a la zona meridional, la cual tuvo el mayor atractivo para los migrantes desde tiempos milenarios, por lo que se constituyó en la más densamente poblada.

En segundo término, desde este mismo punto de vista, tenemos una menor riqueza en la región septentrional. Y, finalmente, la situación es más desfavorable en la región nororiental, la cual, comparativamente, se encuentra, aún en la actualidad, ralamente ocupada y por ello su paisaje es el que mejor se ha preservado, persistiendo antiguos centros de población como Otumba, Apam, Tepeapulco y Calpulalpan)

Alejandro de Humboldt(13), afirmaría que por una reunión de circunstancias poco comunes, había tenido oportunidad de ver consecutivamente y en un corto espacio de tiempo Lima, México, Filadelfia, Washington, París, Roma, Nápoles y las mayores ciudades de Alemania, señalando que:

“...en medio de las varias comparaciones, cuyos resultados pueden ser menos favorables para la capital de México, debo confesar que esta ciudad ha dejado en mí una cierta idea de grandeza, que atribuyo principalmente al carácter de grandiosidad que le dan su situación y la naturaleza de sus alrededores.

“Ciertamente no puede darse espectáculo más rico y variado que el que presenta el valle, cuando en una hermosa mañana de verano, estando el cielo claro y con aquel azul turquí propio del aire seco y enrarecido de las altas montañas, se asoma uno por cualquiera de las torres de la catedral de México o por lo alto de la colina de Chapultepec”.

En realidad más que la arquitectura, lo que maravilló al sabio alemán fue el entorno natural donde se localizaba la urbe, lo que es lógico, dado el conocimiento de primera mano que tenía de las principales ciudades del mundo. Difícilmente podía haberla calificado como la “ciudad de los palacios”, denominación que le dio otro europeo (Charles Joseph Latrobe) y que se le atribuye de manera común a él.

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